Snow White (Mark Ryden)

martes, 9 de abril de 2013

“Mi ambición es morir como un río, ya noto la sal”


Hace dos días que José Luis Sampedro se dio cuenta de que ya era mar. En la magnífica entrevista que le hicieron en El País en junio del 2011, nos decía que ya notaba la sal. Podéis leerla íntegra aquí.

El genio de los números que estudiaba la economía tratando de buscar soluciones para hacer menos pobres a los pobres. El literato que nos regaló La sonrisa etrusca, La vieja sirena y el Amante lesbiano entre otras obras.

Parafraseando a Pío Baroja, se definía como un hombre humilde y errante y no tenía ningún pudor al reconocer su pasado miliciano durante el cual combatió en los dos bandos, de los que renegó finalmente ante las atrocidades de la guerra.

Para Sampedro, el alma era la mente y su neurona fue capaz de extraer, incluso de lo más pernicioso, lecciones de vida para compartir con todos. Fue un humanista de raza.

En sus últimos años logró fijarse en la retina de los más jóvenes gracias a su compromiso con el movimiento indignado. Por ello, hoy muchos que jamás lo podrían haber ni imaginado, ya saben que otro sistema económico es posible.

El domingo te tomaste un Campari y desembocaste en el mar tras dar las gracias a los que te querían. Tenías miedo de fallar al final pero incluso al irte, triunfaste.

"No necesito la esperanza de un personaje que me acoja. Admito que haya más allá, pero no un señor pendiente de José Luis”. Pues aquí, en el “menos allá”, seguiremos pendientes del legado de José Luis.

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