Snow White (Mark Ryden)

viernes, 4 de febrero de 2011

Sorpresa sin mayor trascendencia

Viaje en el metro a las ocho de la mañana. Voy echándome unas risas con mis compañeras vía email a costa de los jefes. Hacen chats entre ellos con nosotras en copia y claro, nos dan carnaza sin saberlo (panda de ingenuos...). Voy también mirando el Twitter , a ver qué ha pasado en el mundo y respondiendo lo que toque. En fin, pura rutina matinal acompañada por mi mp3. Son esos momentos en los que vas absorta y aún estás tan dormida que no te apetece más que meterte en tí misma y en tus cosas.

Llevo puestas las bambas y las botas-zanco en el bolso, para probarlas en la oficina. Que por cierto, a pesar de las apariencias, están resultando bastante cómodas. Con esos tacones parecen armas de destrucción podal. Llevaban semanas en mi armario sin ser estrenadas, mirándome y diciéndome “Ya verás, petarda... te vamos a destrozar los pies y no nos usarás más que una vez en toda tu puñetera vida...¡freedom forever!” Pues sus váis a enterar, ¡par de furciacas! Esta noche las voy a rebentar a base de bailoteo, ¡que se jodan! Y por si acaso, me he comprado unas plantillas de gel, así que no oséis en molestarme ni un poco porque pondré remedio enseguida y saltaré y pisotearé el suelo con aún más fuerza para desgastaros las putas suelas, ¡so guarrucias! Vuestra función es hacer mis piernas más largas (que ya lo son mucho, vale... ¡pero más!) y delgadas (que no lo son para nada), ¡así que cumplir con vuestro trabajo, que para algo he pagado por vosotras!



Bueno, a lo que iba, que esto no pretendía ser un ataque indiscriminado hacia mis botas nuevas. Pues que iba yo en mi mundo, en mis cositas, naranieroooo, naranieroooo. Y de repente recibo un email del soporte informático de mi empresa que me dice “Mira hacia arriba”. Yo pongo cara de “¿Qué está sucediendo?”, miro con ojos legañosos a un lado, a otro, hasta que mi cerebro responde a la orden “hacia arriba” y veo la cara de uno de los informáticos. A todo esto había una chica que me observaba con ojos alegres, hasta que yo he abierto la boca para soltar:”Hostia Marc!Perdona,es que voy sobada y enganchada al Twitter” y ella ha asomado a su rostro un rictus de decepción. Y es que en sí, lo acontecido sería de lo más romántico en otro contexto. A mí al menos me encantaría que sucediera, que ese email no hubiera sido del informático, que es muy majo,pero no es ninguno de los hombres de mis sueños.

La mujer de hoy en día es fuerte, independiente y bla, bla, bla... pero en el fondo, todas somos unas románticas empedernidas. La emoción de la sorpresa nos persigue a todas. Hoy a esa chica que me observaba, le ha decepcionado la cruda y dura realidad de un viaje matinal en metro sin mayor trascendencia. Esa es la cuestión.

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